Hay una mezcla de sentimientos entre rabia, desilusión y frustración que las personas experimentan cuando, a su juicio, una persona, una entidad o un grupo de personas, afectivamente importantes para ella, la han defraudado en algo… Ese resentimiento, el cual permanece en las persona y le hace guardar emociones negativas, le provoca inmensos daños… A pesar de que muchas personas saben que el perdón es la solución a estos problemas, no se creen capaces de perdonar.
Toda persona, en cada una de sus relaciones humanas, espera algo de la otra parte, principalmente en lo que al comportamiento de esa persona se refiere. En otras palabras, todos tenemos expectativas de nuestras relaciones con los demás. Estas “expectativas” pueden explicarse como vivir por anticipado la relación con las personas, esto debido en parte porque vivimos bajo suposiciones y deseos de situaciones que aún no han sucedido.
Efecto del perdón en la salud
Cuando se habla de perdonar, las personas refieren que se han quitado un peso de encima. Y es que en realidad, el perdón es un beneficio para quien perdona; los beneficios hacia el ofensor son por añadidura.
Luego del perdón, es posible para la persona liberarse del daño que ella misma se hacía y del que le provocaba a quienes le rodean.
En cuanto al efecto del perdón en la salud, además de la modificación conductual y del alivio de la “carga” en el área espiritual, quienes guardan resentimientos muchas veces se ven afectados por situaciones de depresión, ansiedad, estrés y enfermedades físicas asociadas. Así es como se puede argumentar aún más en los beneficios que tiene el perdón en la salud, no sólo a nivel mental y espiritual, sino también a nivel físico. Las personas que perdonan usualmente dejan de presentar los síntomas físicos relacionados al estrés, al rencor, al resentimiento, a la ansiedad y especialmente a la depresión.
¿Por qué perdonar?
El resentimiento hace que la persona permanezca atada a un pasado que ya no existe. El perdón, entonces, se basa en la aceptación de lo que pasó. Por otro lado, la persona debe estar consciente que el perdón es para sí misma, no sólo porque las cosas no fueron como se pensaron, sino porque, más allá de esto, permanecer en una postura de resentimiento provoca daño al “afectado”, no a quien le atribuimos la culpa. Además, cuando alguien comete una ofensa, muchas veces no lo hace con hecho pensado y puede que ni siquiera esté consciente que sus acciones pueden hacernos sentir mal. Por lo tanto, no se debe esperar que una persona cambie o modifique su conducta luego de otorgarle el “perdón”, ya que lo más probable es que eso nunca suceda. ¡Libérate tú!
“Que nos hagan un agravio no significa nada, a menos que insistamos en recordarlo”. Anónimo
vía: vidasaludable.com